miércoles, 8 de septiembre de 2010

Tema 4. La Lírica: Catulo, Horacio y Ovidio.


I. INTRODUCCIÓN.

            La poesía lírica, en oposición a la épica, por un lado, y al drama, por otro, se define como una expresión de la subjetividad del poeta, de sus sentimientos, en pocas palabras, de su mundo interior.

            La poesía lírica nace en Grecia, y en sus primeras manifestaciones se trataba de cualquier composición poética acompañada de una lira (y posteriormente de cualquier instrumento musical). En Roma, la lírica aparece bastante tarde, siendo su precedente más inmediato las plegarias a los dioses (carmina sacra) para que protegieran a la familia, las cosechas, etc.

            Los primeros poetas líricos son de finales del siglo II a.C., es el llamado círculo de Lutacio Cátulo, así llamados por hallarse en torno a la figura de este general, que era a la vez orador, historiador, poeta y hombre de gran cultura literaria.

            Pero la lírica no descollaría hasta entrado el siglo I a.C. con un grupo de poetas de gran peso en la literatura romana. Son los denominados poetae novi o neotéricos. Buscaban innovar y emprendieron una auténtica revolución literaria, influyendo en Virgilio y en Horacio. Se inspiraban en los poetas alejandrinos, sobre todo en Calímaco; rechazan las obras largas y farragosas, concentrando sus temas en poemas cortos, pero de la máxima perfección formal.

            Entre los poetas de esta corriente destacan Licino Calvo, Helvio Cinna y Furio Bibáculo. Por encima de todos ellos, Catulo, el primer gran poeta lírico de Roma.

II. CATULO.

            BIOGRAFÍA

            Gayo Valerio Catulo nació en Verona en el año 84 a.C. Estudió en Roma y allí pasó casi toda su vida. De familia noble y adinerada, que además era muy amiga de César[1]. Poco inclinado al cursus honorum o a la milicia, se dedicó por entero a la poesía. Entre los poetas de su generación, sobresale por la fuerza y la intensidad de su experiencia vital. Sabemos por sus poemas de su enamoramiento de Clodia, mujer bella, culta y famosa, pero de malísima prensa en la sociedad de su tiempo. En la obra de Catulo es nombrada bajo el pseudónimo de Lesbia, por causa de la admiración que ambos sentían por Safo, la poetisa de Lesbos. En la producción catuliana se describen las distintas fases de esta relación enamoramiento apasionado, máxima felicidad, desconfianza, ruptura, odio y recuerdo amargo. Como cabe esperar, este romántico apasionado muere joven, a los treinta años de edad.

            OBRA

            Conservamos una colección de 116 poemas, ordenados en tres grupos desde el punto de vista métrico y de contenido:

1 – 60. Son los que el propio poeta llama nugae (bagatelas). Son de métrica variada y tratan diversos temas de la vida cotidiana: la amistad, la política, los poestastros, pervertidos…
61 – 68. Son los poemas doctos o eruditos. Son composiciones largas la mayoría compuestas en hexámetros dactílicos y de tema mitológico, sobre todo (bodas de Tetis y Peleo o el poema de Attis, por ejemplo).
69 – 116. Son epigramas en dísticos elegíacos. Trata, como el primer bloque, de temas de la vida diaria.

            TEMA

            En Catulo se concentra todo cuanto caracteriza a los neotéricos: poesía erótica, experiencias amicales, descripciones de la naturaleza, sátira política y privada, epitalamios (o cantos de boda), epicedios, epiliones (pequeñas obras épicas), y por supuesto un gran número de poesías que giran en torno a su gran pasión, Lesbia / Clodia.

            LENGUAJE

            La lengua de Catulo es una mezcla de elementos cultos y populares, con abundancia de diminutivos y una constante búsqueda de la perfección formal. Pero también es un maestro en el arte del improperio, sirviéndose de un casi inagotable caudal de groserías y obscenidades.

            IMPORTANCIA

            Catulo insufló en la poesía latina renovación y frescura. Reelaboró de forma personalísima los temas de la poesía alejandrina y fue modelo para toda la poesía posterior, sobre todo para Virgilio y Horacio.

III. HORACIO.

            BIOGRAFÍA

            Quinto Horacio Flaco vivió a lo largo del siglo I a.C. contemporáneo de Virgilio y Augusto. Natural del sur de Italia, fue educado en Roma y en Atenas. Por mediación de Virgilio entra en el círculo de Mecenas. Seguidor de la filosofía epicureista, se calificó a sí mismo de “cerdo de la piara de Epicuro”. Por su obra sabemos que inició una desastrosa carrera militar de joven, que abandonaría rápidamente.

            OBRA

            Vamos a dedicarnos sólo a los Épodos y las Odas.

Épodos o Iambi

            Frente a los neotéricos, Horacio no imita a los poetas alejandrinos, sino a los poetas líricos griegos de los siglos VII y VI a.C. Los épodos o iambi, como él los tituló, son 17 composiciones que siguen al lírico griego Arquíloco, del cual se diferencia en que no hay tanta agresividad en sus invectivas o poesías de ataque; Horacio es menos duro y más variado. Debemos destacar el famoso Beatus ille que sería imitado por Fray Luis de León en su “¡Qué descansada vida…!”


Odas o Carmina

            Constituyen la obra cumbre de la lírica latina. Son cuatro libros con un total de 104 odas. El poeta se jacta de haber sido el primero en trasplantar al latín los temas y metros líricos griegos, especialmente de Alceo, Safo y Anacreonte (es decir, la lírica eolia).

             Los temas de las odas son muy variados: la amistad, declaraciones o reproches a distintas mujeres, la patria, la filosofía, el carpe diem, elogios a Augusto… Con todo, las mejores composiciones son las de tema filosófico en las que, desarrollando ideas estoicas y epicúreas[2], desgrana reflexiones llenas de melancolía sobre el paso del tiempo, la muerte inexorable y el disfrute del momento presente. Para el poeta, la verdadera felicidad consiste en conformarse con lo suficiente para pasar la vida sin congojas ni ansiedades, y no en la ambición de riquezas o poder, que engendran odios, envidias y enemigos.

            IMPORTANCIA

            Horacio comparte con Virgilio la condición de “clásico” por excelencia de la poesía ganado, como dijimos, la primitiva lírica griega para las letras latinas. Su preocupación constante es el labor limae, el pulir una y otra vez el verso, en cuya perfección formal alcanzó la máxima altura de la poesía romana.

IV. OVIDIO.

            BIOGRAFÍA

            Su vida se desarrolla a lo largo del siglo I a.C. y d.C. (43 a.C. – 17 d.C.). Nació en Sulmona, procedente de familia bien acomodada de la clase ecuestre. Estudió retórica en Roma, pero no le sedujo. Sí se sentía irrefrenablemente atraído hacia la poesía (en sus propias palabras “et quod temptabam dicere, versus erat”). Perteneció al círculo literario de Mesala. En el año 8 d.C. Augusto lo relegó a los últimos confines del imperio, a Tomi, en la actual Rumanía, donde acabarían sus días. El motivo del destierro fue, según el propio Ovidio, un Carmen et error[3].

            OBRA

Las Metamorfosis

            En 15 libros, es su obra más extensa. Trata de las transformaciones que el poder de los dioses hace experimentar a los héroes de la leyenda o de la historia.

            Estructura. La obra se articula en tres bloques: El primero trata de la creación del mundo, las cuatro edades y mitos antiguos. El segundo recoge los mitos de la edad dominada por Hércules. El tercero comprende las historias dionisíacas y los temas de la Ilíada y la Eneida.

            Fuentes. Mitologías, por un lado, y literarias (Homero, Lucrecio y Virgilio), por otro. Para algunos, las metamorfosis son una epopeya, pero más que lo épico o lo caballeresco, predominan los sentimientos. El resto de su obra se encuadra dentro del género de la poesía elegíaca, que puede ser amorosa o triste.

Amores

            En tres libros canta sus amores con diversas damas, destacando sobre todas ellas a Corina. Sin ser profundas, como las elegías amorosas de Tibulo y Propercio, las de Ovidio son brillantes y llenas de ingenio, pero superficiales.

Heroïdes

            Las Heroidas son cartas de amor de personajes mitológicos femeninos a sus maridos ausentes o a sus amantes. Se conservan 15 de ellas y demuestran un profundo conocimiento de la psicología de la mujer.

Ars amatoria

            Obra conocida también como Ars amandi. Son tres libros que componen un tratado técnico para aprender a seducir a la mujer o al hombre. Fue el Carmen que lo condujo al destierro.

Remedia amoris

            Los Remedios del amor son un antídoto contra el enamoramiento, que es visto como una enfermedad. Lo hizo para desagraviarse con el emperador Augusto. En unos 800 versos defiende el poeta que para el enamorado sin esperanza el mejor remedio es… enamorarse de otra persona.

            Abordaremos, para terminar, la elegía calificada de triste o dolorosa, que Ovidio escribe en el destierro, destaquemos.

Tristia

            Tristezas; el título lo dice todo. En cinco libros intenta justificar sus errores del pasado, causantes de su pésima situación. Son rastreros elogios a Augusto para que le levante el destierro y le permita volver a Roma. Los poemas son constantes explosiones de dolor y amargura, incrementados por el salvaje y lejano lugar del destierro[4].

Ex Ponto

            Pónticas. El contenido es el mismo de la obra anterior, pero expresado de forma epistolar.

            ESTILO

            Destaca Ovidio por su facilidad para componer, la brillantez de su expresión, el ingenio y la elegancia. A la elegía amorosa se le achaca falta de hondura, no así a las del destierro. Se destaca también de su estilo el retoricismo y el virtuosismo formal que, a veces, llega a ser cargante.




[1] Aunque el joven Catulo no lo estimaba, como muestran los insultos que le dedica en algunos poemas, tanto al propio César como a sus lugartenientes.
[2] El epicureísmo es la corriente filosófica que busca el equilibrio entre el cuerpo y la mente que permita una vida feliz, mediante la cultura, la filosofía y la amistad, y no sólo con el goce físico. Por su parte, el estoicismo es la búsqueda de la felicidad no dependiendo de los placeres de la vida; cuanto menos dependamos de algo, menos los echaremos en falta.
[3] El carmen fue el ars amatoria, que contravenía la política de restauración moral de Augusto, el error, al parecer, consistió en colarse en unos ritos mistéricos exclusivo para mujeres, en los que participaba la emperatriz Livia.
[4] En Tomi, localizado en la actual Rumanía.

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