sábado, 11 de septiembre de 2010

LÉXICO LATINO. Los cambios fonéticos

Los cambios fonéticos
La evolución desde el latín vulgar hasta las lenguas romances modernas tuvo una primera etapa común, después cada lengua románica se fue separando del resto. Vamos a mostrar el resultado de los cambios de los que vamos a hablar en español, aunque procuraremos dar algunos ejemplos en otras lenguas. Además la fase inicial de los cambios es común a todas las lenguas románicas.

Ahora vamos a describir someramente algunos de los cambios que afectaron al latín vulgar. Tenemos que advertir que algunos de estos cambios no afectaron al conjunto de las lenguas románicas, pero fueron suficientemente amplios como para considerarlos originados en periodo prerrománico. Después, en el periodo románico estos cambios se ampliaron y completaron, siguiendo caminos particulares en cada rama y dialecto romance. Así, por ejemplo, la sonorización de las consonantes oclusivas sordas entre vocales, el hecho de que la p, t, c pasaran entre vocales a b, d, g respectivamente,   sólo afectó a la rama occidental  como podemos ver comparando, lat. caput, it. capo, pero es. cabo, gal. cabo.

Un aspecto crucial en la evolución fonética consiste en determinar la cronología y vigencia de los cambios. Así en es. caudal nacido de capitalem es necesario que antes de la caída de la vocal pretónica i la p oclusiva sorda intervocálica se haya sonorizado. Esta palabra la encontramos en la Edad Media como cabdal. En esta fase la d debió aparecer antes de la desaparición de la pretónica. Es complicado  saber siempre en qué orden suceden y hasta qué momento están vigentes los cambios fonéticos. Por ejemplo la conocida pérdida de la f inicial del castellano no debió estar en vigor más que entre los siglos XIV y XVII.

Pérdida de la cantidad

En latín las cinco vocales podían ser largas o breves, de modo que sŎlus significa en latín “suelo” y sōlus “solo”. En latín vulgar esta distinción desapareció. Este fenómeno está documentado desde el s. III d. C. al menos. La pérdida del valor distintivo de la cantidad afectó en primer lugar a las vocales átonas, y en último a las tónicas. El sistema vocálico del latín distribuido en cinco timbres largos y otros tantos breves, pasó a ser un sistema en el que las diferencias distintivas de cantidad pasaron a ser de abertura, pero en lugar de diez grados se quedó en siete.

Los gramáticos latinos, a partir del s. III d. C. advierten de la pérdida.

Distinguiremos tres grupos de vocales y diptongos según la posición que ocupen y en función de que estén o no acentuados.

Evolución de las vocales  y diptongos tónicos

En general las vocales largas permanecieron iguales en castellano, mientras que las breves se abrieron. Véase el resultado en los cuadros. Proponemos algunos ejemplos:


Mātrem
madre
pătrem
> 
padre
tĕnet
> 
tiene
credit 
> 
cree 
fīcum
> 
higo
pĭram 
> 
pera
pōnis      
> 
pones
pŏtes  
> 
puedes
pūgnum 
> 
puño
pŭtat
> 
poda

Los diptongos evolucionaron de la siguiente forma:
  • ae pasó a  ę en latín vulgar y ie en es., por ejemplo caecum > ciego. Pero a veces a ẹ, es. e  como en caespitem > césped
  • oe, con pocos ejemplos evolucionó a ẹ, es. e como en foedum > feo
  • au > o como en aurum > oro
Evolución de las vocales  y diptongos átonos no finales

La reducción fue más drástica. Las largas mantuvieron su timbre, las breves los redujeron a tres. Pero muchas veces desaparecían, si estaban antes o después del acento. De las diez posibles vocales latinas quedaron sólo cinco en latín vulgar, las mismas que tenemos en español. El diptongo au se quedaba en a, si después había una u, como en augustum > agosto o en augurium > eusk. agur.

Evolución de las vocales  y diptongos finales


El sistema latino quedó reducido a tres grados en español: a, e, o y alguna vez i procedente de diptongo. 
  •  Las dos e y la i, pues en realidad sólo había ĭ, se transformaron en e. Como por ejemplo feci > hice, fonte > fuente.
  • Después esa e se apocopó, ya en español, detrás de d, l, n, r, s y z, como vemos en aetatem > edad, male > mal, bene > bien, mensem > mes, decem > diez.
  • Las dos o y la u pasaron a o, como en cornu > cuerno, paro > paro.  
Otros cambios que afectan a las vocales
  •  En las palabras de tres o más sílabas se tiende a producir también la síncopa de las vocales pre y postónicas, con excepción de la a. En las palabras llanas se produce la caída de la pretónica. Por ejemplo en laborare > labrar. En cambio en las esdrújulas caerá la postónica, como en 
  • Las vocales finales se reducen, quedando en un sistema de tres grados 
  • Las vocales anteriores, i, e delante o detrás de vocal forman un diptongo en el que esta vocal anterior se convierte en la semivocal yod. Esta yod será uno de los elementos que más perturbación produzca tanto en el propio diptongo como en los fonemas colindantes. También se produce yod como resultado de la evolución de ĕ tónica a > ę. A menudo produce el cierre de la vocal anterior. Así se explican muchas aparentes excepciones a la evolución habitual como en:         nŏctem > *nueite >*nueche que, sin embargo, evolucionó de esta manera noite > nojte > noche. tĕpidum > tebio > tibio en vez de *tiebio.
Cambios que afectan a las consonantes

En las consonantes hubo importantes diferencias, algunas quedaron casi intactas, mientras que otras se transformaron profundamente. En general la posición más estable es la inicial. Entre los cambios que afectan a las consonantes señalamos los siguientes:
  • la pérdida de la m y la t final, de las que ya tenemos síntomas en plena época clásica. Esta m final latina tan numerosa desapareció en romance casi sin dejar huella.  Tenemos alguna excepción en quem > quien, aliquem > alguien. La t final desapareció, como en ponit > pone , mittit > mete.
  • Se produjo en términos generales una simplificación de los grupos consonánticos complejos, tanto iniciales como interiores. Tenemos lat. planum > es. llano; lat. mensam > es. mesa, insula > insla > isla, etcétera.
  • En castellano, igual que en eusquera, y por influencia de estas en casi todo el catalán y el gallego, pero no así en portugués, la v y la b se identificaron, es lo que se conoce como betacismo. La ortografía etimologicista del español restauró la grafía original, pero tenemos algunas excepciones, como aviolum > abuelo, vulter > buitre.
  • Otro cambio fundamental fue la palatalización de las velares (c, g) ante vocal anterior (i, e). gentem > gente /g/ > /χ/ en español, /j/  en cat. , it., por. /k/ > /θ/ en es., /ſ/ fr., /tſ/ it. Así decem > diez, crucem > cruz.
  • La pérdida de la f inicial que afectó sólo al castellano. Farinam > harina, fornum > horno.
  • Las consonantes oclusivas sordas entre vocales se sonorizaron. Así de acutum > agudo, pacare > pagar, caput > cabo,
  • Las oclusivas sonoras en cambio tendieron a desaparecer, pero con muchas excepciones. Así tenemos digitum > dedo, rivum > río, fidelem > fiel.
  • La g inicial ante vocal anterior desapareció dejendo a veces h.  Así gelum > hielo, germanum > hermano, generum > yerno.
  • La yod produjo diversos cambios: Ante nasal ñ, ante dental y, z, tras t  ch como en Hispania > España, rationem > razón, tructam > truitam > trucha
  • La s inicial líquida toma una e epentética, como spica > espiga. La doble s intervocálica al igual que la x o la l + yod. Dieron j, como vemos en vessicam > vejiga , dixi > dije, ciliam > ceja
  • Las nasales dobles evolucionaron a la nasal palatal ñ,  como damnum > daño, signa > seña. Nótese que tanto gn como ng eran dos nasales, tangere > tañer. Análogamente la l geminada se palataliza bellum > bello, gallum > gallo.
La coincidencia en una palabra de varias líquidas (r, l) produce a menudo metátesis o cambios de posición y timbre entre sí, como en miraculum > milagro, crocodylum > cocodrilo.

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